Nadie estaba preparado para algo así. Era inimaginable. De un día para el otro se pasó del escepticismo al caos absoluto, y, poco a poco, nos hemos visto forzados a adaptarnos a una nueva normalidad que nadie sabe cuánto durará o si, por el contrario, ya nos ha cambiado para siempre.
Tal vez esta pandemia ha desvelado más de lo que esperábamos o nos hubiera gustado, como, por ejemplo, que no sabemos estar solos. Tenemos la necesidad constante de llenar el vacío con ruido, de estimularnos y alimentarnos de otras historias de manera compulsiva. Nos da miedo el silencio por si trae consigo una llamada de atención que nos revele que en realidad no tenemos ni idea de quienes somos.
Por eso, cuando nos obligaron a parar, una vez nos hicimos a la idea de lo que se nos venía encima, en lo único que pensábamos era en ocupar las horas muertas para no pensar. Para evitar caer en la reflexión, en cavilar más de la cuenta para luego agobiarnos o sentirnos perdidos o no ser capaces de buscar herramientas para manejar la frustración que genera la incertidumbre de no saber qué futuro nos espera.
De ahí los atracones de series y películas, el auge de redes sociales como Tik Tok, los directos en Instagram, artistas compartiendo su talento, la necesidad de aprender a hacer pan casero y la genial idea de cortarse el flequillo.
Quizás ha aumentado nuestra creatividad y habilidades, pero todo este exceso de contenido, aparte de buscar entretener, también nos aleja de una oportunidad de redescubrirnos. Tal vez ya no nos guste lo que creíamos que sí lo hacía o nos damos cuenta de que el estrés del trabajo o el ajetreo del día a día nos nublaba una realidad que ahora sí podemos reconocer y queremos cambiarla, o ha sido el momento perfecto para probar, experimentar y descubrir nuevas aficiones. O, por el contrario, nos ha privado de la (muchas veces) necesaria decisión de parar por completo, escuchar a nuestro cuerpo y ver qué pasa.
Otro asunto que ha puesto sobre la mesa este virus es quién cuida y quién se ofrece a cuidar. Quién asume su parte y se hace cargo de una situación. Y eso se llama responsabilidad.
Es por eso que, desde Atlantia, quisimos aportar nuestro granito de arena y, como símbolo de agradecimiento a tanta dedicación y entrega por parte de aquellos/as que se han dejadocom la piel, nunca mejor dicho, y que, a causa del uso continuado de mascarillas y gafas de seguridad, su epidermis se ha visto muy afectada, decidimos hacer un envío especial lleno de amor que contenía la maravillosa Superdefense, nuestra crema facial hidratante y reparadora con aloe vera.
Estas donaciones las hicimos a distintos hospitales del país: Clínic Ruber Internacional, Clínica Teknon, Hospital Duran y Reynals, Hospital ICO Duran y Reynals, Hospital del Mar, Hospital Clínic, Hospital Clínico San Carlos, Hospital Universitario 12 de Octubre, Hospital La Candelaria, Hospital Vall d’Hebrón, Hospital HM Montepríncipe y Hospital Perpétua Socorro.
Personalmente nos alegramos mucho de que las recibieran con tanta ilusión y creemos que es lo mínimo que podíamos hacer, ya que debemos estar todos juntos en esto y hay que ayudar en la medida que nos sea posible. Así que, desde Atlantia, os queremos dar las gracias y contribuir a que, ya que os estáis dejando la piel, sea solo en sentido metafórico.
Además, la OMS ha manifestado que un alto porcentaje de los colectivos más expuestos al virus (personal sanitario y otros vinculados a servicios esenciales) han experimentado y experimentarán trastornos relacionados con la salud mental. La incertidumbre, el cambio de las rutinas diarias, dificultades económicas, aislamiento social y todo ello sumado al temor de enfermarse junto al exceso de información y rumores infundados y el monotema en el ámbito laboral, social y familiar, hacen que sea todavía más complicado desconectar, aunque sea por un día, de la pandemia. Y si a todo esto le sumamos noticias sensacionalistas, información no contrastada en fuentes oficiales y datos falseados, se acaba llevando a la población a una situación de alarmismo y angustia constante.
Por eso creemos que es importante enfatizar la importancia de cuidar también nuestra salud mental y los beneficios de desconectar para volver a conectar.
El trabajo más importante es cuidar de ti para cuidar de los demás.
Así que, para cerrar el 2020, en Atlantia nos hemos marcado unos propósitos de cara al año que viene:
- Primero de todo, tal y como íbamos diciendo, lo que consideramos más importante: cuidarnos mucho, por fuera y sobre todo por dentro.
- Trabajar mucho la empatía, ayudando a los sectores que peor lo han pasado en la pandemia.
- Dejar a un lado el egoísmo y ser responsable con nuestros actos. No hay que bajar la guardia.
- Tener paciencia y adaptarse a la nueva forma de vivir y convivir que se nos ha presentado.
- Valorar las cosas sencillas del día a día que tanto echamos de menos cuando no podíamos salir de nuestras casas y que nos parecían una tontería antes.
- Y como consejito extra, nos encanta recordaros los beneficios del aloe vera puro de Atlantia, ingrediente principal de todos nuestros productos y la ayuda ideal para lucir una piel saludable y radiante, con y sin mascarilla.
Así que solo nos queda desearos, de corazón, ¡Felices Fiestas y Feliz 2021! Y, recordad, todo saldrá bien, porque ya lo estamos consiguiendo.