Desde el año 2009 está totalmente prohibida la venta y fabricación de productos cosméticos en la Unión Europea que hayan sido testados en animales. Cuatro año más tarde, se prohibió también el testeo de productos tóxicos, aunque existe una prórroga hasta el año 2023 para su implantación completa.
¿En qué consiste y cómo afecta el testado de animales?
El testeo en animales consiste en manipular animales, en la mayoría de los casos, haciéndoles probar productos y ver la reacción que producen en ellos.
Algunas de las prácticas que llevan a cabo son las de observar cambios en la piel, el pelo o ver el funcionamiento de los órganos. Estas van desde hacer inhalar lacas para el cabello hasta introducir de forma forzosa dentríficos en el estómago de los animales.
Podemos diferenciar si un producto es o no testado, si tiene el sello «cruelty free» o «no testado en animales». Esto significa que ni el producto final ni ninguno de sus ingredientes han sido testados y es un producto respetuoso y compasivo con los animales.
Sí al cruelty free
Para todos aquellos que desean saber qué productos son los que hacen pruebas en animales, también existen aplicaciones móviles que indican si son o no cruelty free. A pesar de que algunas de estas apps son de pago, otras muchas son gratuitas: Cruelty free, Bunny free, Choose cruelty o Happy bunny, entre otras.
Hoy en día siguen siendo muchas las marcas que testan, pero cada vez se incrementa más la tendencia hacia el maquillaje y la cosmética natural, hecho que nos hace tremendamente felices, ya que desde Atlantia abogamos por la pureza y naturalidad de los productos, sin testeo y también sin parabenos.
¿Es estrictamente necesario testar?
Definitivamente no, ya que existen otros muchos métodos alternativos al testeo en animales. Por ejemplo podemos hacerlo a través de la creación de tejidos artificiales de células humanas cultivadas y sistemas bacterianos, etc.
Hoy en día existen empresas destinadas a la búsqueda de alternativas útiles que no impliquen pruebas en animales, pero esto precisa de cierta inversión para lograr el objetivo. Por otro lado, también se necesita que las pruebas de esos experimentos «ficticios» sean 100% fiables y demostrables para que puedan aplicarse a los productos sin dañar la salud pública.